lunes, 4 de marzo de 2013

Que bien. Que sí. Que ahora tengo vacías hasta las cuencas de los ojos.
Que yo siempre soy herida
y los demás
cuchillo.

Que oigo como algo se rompe. Todas las noches. Alrededor de las tres.
Que la música suena con eco,
en mi cabeza,
sin ti.

Sólo pienso en crecer. Para no morir. Para irme, lejos.
Nunca estoy donde quiero estar,
sobretodo de madrugada
cuando ni siquiera el Sol arde
y me pican los ojos al mirarlo
porque mis pestañas aún están dormidas.

Ha sido una noche muy larga. Llena de humo. Y de cosas que apestan.
De dos besos falsos antes de irnos
a esnifar la noche
por si mañana no volvemos a reír
o por si mañana estás menos
que hoy.

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