jueves, 7 de marzo de 2013

Jamás se te ocurrió hacerme el amor con la mente,
ni trazar en mi brazo frases con el índice.
Tampoco pensaste que quizás estaba ansiosa por salir de aquí,
o por leer tu último relato o ensayo del fin del mundo.
Supongo que no eras consciente de todo el ruido en mi cabeza,
ni de las ganas que tenia de soldarnos.

Y aún así te echo tanto de menos
que no puedo dejar de cerrar los puños
cada vez que me preguntan por ti,
o por (nos)otros.
Empiezo a echar de menos
a ti sobre el colchón,
a tus ojeras de trasnochador,
al sofá de palets,
el café con leche en la plaza,
y supongo, también,
a tu peculiar manera
de querer(me).

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